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Tengo cáncer y no es mi culpa

Tengo cáncer y no es mi culpa

Autora: Dra. Maricelly Santiago Ortiz
Prominente Embajadora Científica (PR, Estados Unidos, Latinoamérica) y Doctora en Ciencias Biomédicas/Oncología, Comunicadora en Salud

El cáncer no avisa, pero ciertamente tampoco es nuestra culpa que seamos diagnosticados por esta enfermedad. Sin importar género, raza o edad un diagnóstico de cáncer puede quitarle el aire a cualquier persona que lo reciba. Hemos escuchado tantas historias y testimonios, que preferimos no ser parte de los mismos porque el miedo se va por encima de lo que podamos sentir o pensar.

Las guías médicas y el Instituto Nacional de Cáncer, así lo estipulan. Cuando un paciente se le revela un diagnóstico de cáncer experimenta muchas emociones que no está acostumbrado a experimentar y que no entiende como asimilarlas.

Es normal que el experimentar estas emociones puedan ser experimentadas por el pacientes al momento de ser diagnosticado, ó durante su tratamiento. Cabe destacar, que estas emociones también son experimentadas por los cuidadores. Es por eso que la conducta de cada individuo va a cambiar mucho de acuerdo a como haya sido criado en el contexto de sus valores, tales como: sienten la necesidad de ser más fuerte, prefieren ser transparentes con su una nueva realidad, buscan de inmediato ayuda y asistencia en grupos de apoyo certificados o se apoyan en la fe por completo sin importar la denominación religiosa.

Sin embargo, como en toda enfermedad, hay fases o temporadas más difíciles que otras. Dentro de algunas fases se puede palpar el: enojo, soledad, miedo, agobio, ansiedad, esperanza y gratitud. En las primeras 5, tanto el paciente como los cuidadores suelen hacerse preguntas muy válidas respecto a la incertidumbre del proceso que están apenas conociendo, como por ejemplo: ¿el paciente sobrevivirá a este diagnóstico?, ¿ me dará insomnio o me sentiré más cansado de lo normal? ¿ podremos encontrar transporte para las visitas coordinadas de tratamiento ? , ¿ cuándo el paciente se podrá sentirme mejor emocionalmente?, ¿la estabilidad social y laboral como se trabajará?, ¿económicamente, tendré el dinero suficiente o tendré que recurrir a otros mecanismos? , ¿como me verán mis vecinos o la sociedad?, ¿ es preferible estar solo o debo buscar ayudar compañía? ó ¿por qué me dió este diagnóstico y cuándo recobraré mi vida anterior? . Múltiples preguntas vienen sobre la mesa. Algunas pueden contestarse a corto plazo y otras a largo plazo.

La culpa o el sentirse culpable, es una emoción mucho más frecuente de lo que pensamos, en el mundo que nos ha tocado vivir. Sepa que sentirse de esta manera es completamente normal. Es por eso que se le sugiere al paciente no ser tan duros con ellos mismos y dejarlo que canalize la culpa que pudiera sentir a través de mecanismos individualizados.

Los pacientes en ocasiones, sin darse cuenta, extienden ese sentimiento de culpa a los familiares ya que sienten que se pueden volver una carga o pueden molestar de mala manera al cuidador para que pueda asistirlos económicamente en sus tratamientos.

En ocasiones, también el paciente, hace un recorrido de sus estilos de vida en el pasado que lo llevaron a tener cáncer y como van a lidiar con perder su trabajo y no tener una entrada económica que se vuelve tan vital en estos procesos. Sin embargo, hay que hacerle entender al paciente que tener cáncer no es culpa de el/ella ni de nadie, el cáncer solo se da y ocurre sin nosotros saber como y cuando empezó.

No tenga miedo en visitar su médico especialista o consejeros profesionales de la salud mental para que lo asistan en entender cada parte de su proceso desde el principio hasta el final. Buscar ayudar es el primer paso para sanar, pero también para entender que esta enfermedad puede impactarle la vida a todos por igual. Esto ocurre porque cada cuerpo es diferente y es por eso que solo el paciente tiene la responsabilidad y la autonomía de expresar cuando quiere o no compañía, como desea controlar sus efectos secundarios y que tipo de actividades puede hacer porque su cuerpo se lo permite.

Fomentemos de igual forma en estos procesos la gratitud y la esperanza. Una cantidad de pacientes acuden a estos valores para sonreír, retomar proyectos que habían comenzado. No le de más poder a la enfermedad , sea más fuerte que ella con lo que si puede controlar. Edúcate para que vivas en bienestar.

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