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Desafíos en la prevención del VIH en los adultos mayores

Desafíos en la prevención del VIH en los adultos mayores

Por: Alexie M. Lugo Canales, PhD, MPH
Gerente de Programa – División de Prevención de ETS/VIH/Hepatitis virales

Secretaría Auxiliar de Salud Familiar, Servicios Integrados y Promoción de la Salud
Departamento de Salud

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y su etapa más avanzada, conocida por sus siglas SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), ha sido el centro de atención para la Salud Pública en los últimos 40 años. 

Sin duda, los enfoques de atención han cambiado, pero lo que no ha cambiado es que el VIH no discrimina por condición social ni física. Sin embargo, al tratarse el tema del VIH en la persona adulta mayor surge la necesidad de aclarar ciertos mitos y concepciones sociales relacionados a la sexualidad de este sector de la población. 

De acuerdo con los datos del US Census, 2020, Puerto Rico tiene una estructura poblacional que se considera vieja al tener una población al 1 de abril de 2020 de poco más del 25% entre personas de 60 años en adelante. Esto de un total de 3,285,874 habitantes en dicho grupo de edad. Este es el grupo poblacional que en Puerto Rico se define como “persona de edad avanzada”, según se establece en la Ley Núm. 121 de 12 de julio de 1986, según enmendada, pero que en este artículo se estará refiriendo como “persona adulta mayor”. 

Esto trae consigo múltiples desafíos para la configuración de servicios de salud que atiendan acertadamente sus necesidades. Si nos centramos en el VIH no podemos perder de perspectiva que la sexualidad es parte inherente al ser humano, por lo que el primer mito a eliminar es que las personas adultas mayores no están en riesgo de adquirir el VIH u otras infecciones de transmisión sexual al presumirse que no están activas sexualmente.

Si ponemos a un lado el mito anterior, debemos repasar los modos principales en que el VIH se puede transmitir.  Estos modos de transmisión incluyen:

a. mantener relaciones sexuales sin protección, ya sea mediante el uso de condones o medicamentos que reducen la probabilidad de la transmisión del VIH.

            b. compartir agujas o jeringuillas al inyectarse drogas.

Ambas vías son iguales para cualquier grupo de la población por lo que se reafirma el principio de que el riesgo para que ocurra la transmisión del VIH es el mismo cuando se mantienen una de estas prácticas.

 Prevalencia al final del año 2020

 
Prevalencia al final del año 2020

Casos reportados (acumulados) de VIH en Puerto Rico en adultos mayores de 50 años o más

(grupo de edad para el cual los datos estaban disponibles)

 

En Puerto Rico se han reportado 50,651 personas con diagnóstico de VIH durante el periodo acumulado de 1980-2021. Los adultos mayores de 50 años o más representan el 13.2% de los diagnósticos acumulados, según reportados al Programa de Vigilancia de VIH hasta el 31 de julio de 2021.  El modo de transmisión principal del virus lo fue el contacto heterosexual sin protección (52%).

Diagnósticos nuevos de VIH en el 2020

Específicamente, en el 2020, 292 personas fueron diagnosticadas con el VIH, lo cual representa una proporción de 26%.  En términos de sexo, los hombres representan el 77% de los diagnósticos nuevos del VIH en adultos de 50 años o más.  Al examinar el modo de transmisión principal entre los adultos mayores, vemos que el contacto heterosexual sin protección fue el principal entre personas mayores de 50 años (45%), seguido por el sexo sin protección entre hombres (35%).  Como dato de alto interés, el 38% de las personas de 50 años o más fueron diagnosticadas simultáneamente con SIDA, lo que nos alerta de la necesidad de enfatizar en promover la realización de pruebas de cernimiento y el enlace a cuidado tempranos.

El Programa de Vigilancia de VIH indica que al final del 2020 el número de personas viviendo con un diagnóstico de VIH en Puerto Rico ascendió a 16,614.  Aproximadamente 10,800 adultos mayores de 50 años o más viven con un diagnóstico de VIH en Puerto Rico. Esto se resume en que dos de cada tres personas viviendo con un diagnóstico de VIH en Puerto Rico tiene 50 años o más.  En términos de sexo, los hombres representan el 69% de los adultos mayores de 50 años viviendo con un diagnóstico de VIH en Puerto Rico.  En cuanto a la distribución geográfica, la mayoría de los adultos mayores de 50 años o más residen en el Área Metropolitana (38%), y en las regiones de Bayamón (17%), Ponce (13%) y Caguas (12%).

 

 

Por otro lado, en la prevención del VIH es importante reconocer que existen otros factores biológicos y psicosociales del proceso de envejecimiento humano que pueden aumentar la exposición de la persona adulta mayor a riesgo de la transmisión del VIH.  Ejemplo de ello acontece en la mujer al ocurrir adelgazamiento y resequedad en la vagina, aumentando así el riesgo de transmisión del VIH.  En cuanto a un factor psicosocial, el uso de algún método de barrera, como lo sería el condón masculino o el condón femenino, podría ser visto por las personas adultas mayores como algo poco probable a utilizar al momento de tener relaciones sexuales al asociar estos métodos únicamente a la prevención de embarazos o al simple hecho de no considerarse en riesgo de infección con el VIH o una infección de transmisión sexual.

No obstante, existen oportunidades para incorporar a las personas adultas mayores en la prevención del VIH, siendo este un grupo poblacional en alto crecimiento, y más aún, empoderarlos a autocuidarse por medio de prácticas seguras y saludables para su salud. La primera de todas es reconocer que el VIH no discrimina persona alguna, mantener relaciones sexuales más seguras incorporando métodos de barreras como los condones y realizar la prueba del VIH como parte del cuidado rutinario de la salud.

Sobre esto último, la Ley Núm. 45 de 16 de mayo de 2016, según enmendada (Ley 45-2016) en su Artículo 1 establece que: “una prueba de cernimiento para el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), según las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“CDC”, por sus siglas en inglés), se ofrecerá como parte de las pruebas de rutina de una evaluación médica al menos una vez cada cinco (5) años, basada en el criterio clínico para personas adolescentes y adultos entre los trece (13) y sesenta y cinco (65) de edad en bajo riesgo y anualmente para todas las personas en alto riesgo”.  Como persona en alto riesgo la propia ley lo define como “…aquellas que están más expuestas a la posibilidad de infección, incluyendo usuarios de drogas intravenosas y sus compañeros sexuales, personas que intercambian relaciones sexuales por dinero o drogas, compañeros sexuales de personas portadoras del VIH, personas quienes han tenido más de un compañero sexual desde su más reciente prueba de VIH así como cualquier otra categoría de personas que amerite una mayor atención de naturaleza preventiva, según disponga el Departamento de Salud mediante reglamento, utilizando las recomendaciones establecidas tanto en las Declaraciones o Guías para las Pruebas de Detección de VIH del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos (United States Preventive Servicies Task Force Screening for HIV Recommendation Statements) como en las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“CDC”, por sus siglas en inglés)”.  De igual modo, la ley establece responsabilidades hacia el o la proveedor/a de servicios de medicina al indicar que este o esta “orientará al paciente sobre las distintas facetas de riesgo que pueden exponer a una persona a la infección, así como sobre la necesidad y conveniencia de realizarse, de forma voluntaria, la prueba de cernimiento del VIH como parte de las pruebas de rutina”.  Además, establece que “Todo proveedor de servicios de salud tendrá la responsabilidad de informar al paciente que la prueba de VIH puede ser incluida en la orden de laboratorios de rutina”.  Si el paciente declina hacerse la prueba, el/la proveedor/a documentará el rechazo en el expediente clínico del paciente, quien deberá firmarlo como evidencia de su rechazo, así como de que fue debidamente orientado sobre la prueba de VIH.

En fin, el propósito de la Ley 45-2016 es normalizar el uso de la prueba rutinaria para el VIH en el cuidado de la salud de las personas.  De esta manera se busca lograr que la detección del VIH ocurra en etapas más tempranas, y referir a cuidado médico a las personas con diagnóstico positivo al VIH, ya que mientras más temprano se tenga acceso a tratamiento mayores son las probabilidades de tener una vida saludable y evitar otras complicaciones en la salud.  Esto último, en el caso de las personas adultas mayores pueden estar presentándose otras enfermedades preexistentes o relacionadas con el proceso de envejecimiento.

Por último, es importante reconocer que la Ley 45-2016, según su Artículo 4 aplica a “todo plan médico, cubierta, póliza o contrato de servicios de salud, o su equivalente, sea público o privado, en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Disponiéndose que, en el caso de los planes médicos, cubiertas, pólizas o contratos de servicios de salud, o su equivalente, sean públicos o privados, que ya estén en vigor y que no cumplen con la cubierta aquí requerida, la cobertura de las pruebas será obligatoria al momento de la venta y renovación en todo contrato de seguro”.

La prevención del VIH nos toca a todos y todas, así como velar por la protección de los derechos y responsabilidades de cada persona para recibir servicios de calidad sin ningún tipo de discrimen y libres de estigma.  La División de Prevención de ETS/VIH/Hepatitis virales cuenta con una Línea de Información a través de la cual ofrece información sobre estas condiciones de manera confidencial de lunes a viernes en horario de 8:00 am a 4:30 pm.  El número para llamar es el 787-765-1010.  En esta línea se ofrece información sobre los servicios disponibles en los Centros de Prevención y Tratamiento de Enfermedades Transmisibles del Departamento de Salud y en las organizaciones de base comunitaria que reciben fondos a través de la División de Prevención de ETS/VIH/Hepatitis dirigidas a aumentar el acceso y disponibilidad de pruebas para la detección del VIH en la comunidad, servicios de orientación y referidos, así como para complementar servicios para personas con diagnóstico negativo o positivo al VIH.  Además, se provee información sobre servicios para el tratamiento del VIH y las infecciones de transmisión sexual, así como de servicios de apoyo para personas con diagnóstico positivo al VIH.

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