Déficit de Atención con Hiperactividad y su impacto en el ser humano
Por: Dra. Jomairy González, Ph.D.
Psicologa
El Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo, según establecido en el nuevo Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5). Tanto niños como adultos pueden padecer de la condición. Consta de 18 síntomas que se dividen en dos dominios: Inatención e Hiperactividad/Impulsividad. La inatención se manifiesta cuando el individuo se le dificulta mantener un lapso de atención y concentración adecuado, por lo que no logra terminar tareas; puede cometer errores por no fijarse en los detalles, se distrae con facilidad y tiene dificultad para organizar tareas (escolares/laborales). La hiperactividad se refiere a la actividad motora excesiva y al alto nivel de energía del individuo mostrada en situaciones donde no es apropiado (ej: correr excesivamente, mover en exceso las manos y los pies).
La impulsividad se manifiesta cuando la conducta realizada es influenciada únicamente por las emociones, sin un análisis de las consecuencias de dicha conducta, algunas veces puede exponer al individuo a una situación de peligrosidad (ej: cruzar la calle sin tomar medidas de seguridad, no poder esperar su turno, interrumpir a los demás, contestar antes de que se termine la pregunta). Es importante, indicar que la sintomatología debe exhibirse en más de un lugar (ej: hogar, escuela, trabajo). Si los síntomas se presentan solamente en un lugar, entonces se debe analizar qué factores de ese lugar pudieran contribuir a las conductas de preocupación. Una disciplina inadecuada, la falta de rutina y estructura pudieran ser elementos, entre otros, que fomenten conductas similares a las descritas previamente, esto no significa que el individuo padece del diagnóstico.
Los niños que presentan la condición pueden desarrollar inseguridad, autoestima baja, auto concepto pobre, dificultad para relacionarse con otros, sentido de fracaso, pobre tolerancia a la frustración, irritabilidad, episodios de coraje y hasta agresividad. Estos niños pueden ser rechazados y ser señalados como los vagos, torpes, irresponsables, los que nunca terminan los trabajos, los que no cooperan, molestosos, impropios, insoportables, etc. Al ser señalados negativamente y al experimentar fracasos constantes, los niños van creciendo creyendo que hay algo mal en ellos, que no podrán alcanzar lo que se propongan, que son malos; lo que puede marcar el resto de su vida. Las malas experiencias que tienen los niños en el contexto escolar y en el área interpersonal pueden aumentar las probabilidades de que estos se decidan en un futuro por la deserción escolar y hasta el abuso de sustancias.
No obstante, los niños que reciben psicoterapia y farmacoterapia; que poseen el apoyo familiar y educativo pueden alcanzar un desarrollo saludable en el ámbito académico e interpersonal. Por esta razón, es importante que todo padre que identifique en su hijo dificultad en las áreas antes descritas, pueda llevarlo a una evaluación con un profesional de la salud mental. Si en efecto padece de ésta, los padres deberán adquirir destrezas de manejo y asegurarse que en la escuela le puedan brindar los acomodos razonables. De igual forma, los adultos deberán buscar ayuda profesional, si entienden que su funcionamiento a nivel social, académico y/o laboral se está afectando por síntomas similares a los ya explicados.